Con una gasa en el lateral de la frente por el ataque con la tabla la semana pasada, Angelo sale del vestuario sólo con el pantalón de su dobok de Taekwondo y su cinturón negro y una botella de cerveza en la mano. Sentándose en un banco de los pasillos, toma un trago y echa la cabeza hacia atrás, apoyándola en la pared con los ojos cerrados. Termina por reírse en voz alta hasta que abre los ojos y divisa a Kaiser al fondo, hablando con Kerberos